martes, 3 de noviembre de 2009

Esas fotografias tienen unos diez años, y reflejan muchas cosas que me emociona recordar; la primera vez que me vestí de flamenca, la primera que bailé una sevillana en público, y digo una porque sólo sabiamos la primera; por primera vez participaba en una fiesta con la que habia estado soñando mucho tiempo y en la que habia muchas cosas que nos unian a todos aquellos que nos congregamos ese dia; la amistad, la afición al baile por sevillanas, a los caballos, y principalmente, o así debería de haber sido, el cariño hacia la Virgen del Rocío.
Durante muchos años habia querido aprender a bailar sevillanas, pero no me convencian esa clases de academia convencional, "sevillanas de salón" de las de "cojo la manzana, me la como y la tiro...", y que tanto abundan, para desgracia de quienes las bailan asi, claro.
Entonces tuve la oportunidad de ver bailar a la persona de la que luego aprendí, con la que compartí además una bonita amistad, y quien dejó una huella imborrable, no ya en mi forma de bailar, pero si en mi vida, ya que su desaparición supuso para mi uno de los golpes emocionales que más me han dolido.
Por eso quiero dedicar éste comienzo a ella, a Aranxa, una mujer de caracter, alegre, divertida, con la que pase muy buenos momentos. Entre ella, Mariví y yo, nos inventamos el Rocío de Fitero, en el que pusimos mucha ilusión, imaginación, y sobre todo dedicación durante los años que estuvimos organizándolo, en mi caso, hasta el año en el que ella murió. Desde entonces he seguido participando de la buena organización de los que nos tomaron el relevo a nosotras tres. Como ibamos a imaginar que aquella que fué nuestra ilusión, acabaría convirtiéndose en el marco de su muerte...
Pero estoy segura que conociéndola, ella hubiese hecho las cosas de la misma manera, porque si en algo nos pareciamos las tres, era precisamente en sacar adelante nuestros proyectos, y en ser capaces de mover la gente necesaria para que participaran de nuestras fiestas y de nuestras romerias.
Fueron años preciosos, de no parar, entre actuaciones, cenas, reuniones en casa de uno u otro, donde siempre acababámos bailando, cantando y riendo... como en todas las relaciónes, hubo también enfados y distanciamientos, pero el cariño que se fué creando con tanta convivencia, siempre estuvo por encima de todo eso.
Formábamos un buen grupito, con gente muy variopinta, en edades, en gustos, pero ahí estaba ese nexo que eran las sevillanas, que hacía que gente de muchos pueblos de alrededor se unieran
a ésta fiesta. Los primeros alumnos de Aranxa, que eran gente de Cascante y de Murchante, dónde ella vivía; Laura e Iñaki, Cris y Diego, los hermanos Miramón, con sus respectivas mujeres e hijas, Susi, Rosa, Felipe y Eva...., y los que luego formamos el grupo de Cintruénigo para abajo, la Jóse, Jósean, Charly, los Catenas; Jesús, Mari, Almu y Estela, los Barreras; Juan, Adita, Francisco y Rocio, Amaia y Jacinto, Fermín, Mamen, Cristina, la Jimeno, y cuantos se nos unieron poco a poco, formamos un pequeño mundo que cada cierto tiempo necesitaba juntarse y divertirse.
Empezó también a forjarse una buena relación con la gente de Tudela, como solemos decirles, los del "Rebujito", Angel, mi Amparito, Mari Carmen y Angelito, Leonor y Donato, Donato Cano y Coral, Martin Angel y Camino, Mamen, Javier y Mª Jesús,

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